Capítulo 52
La tía Gardiner responde al requerimiento de Lizzy. Y ésta, se queda más que satisfecha…
Darcy había hecho sus pesquisas previas y había localizado a Wickham y a Lydia, y había hablado con ambos. De hecho, Darcy salió en su búsqueda justo al día siguiente de marcharse Lizzy de Pemberley.
Darcy les reconoció a los tíos Gardiner su sentimiento de culpa:
(Darcy) estaba convencido de que era culpa suya el que no se hubiese sabido claramente la falta de categoría de Wickham, de manera que hubiera sido imposible para cualquier jovencita temperamental, enamorarse o confíar en él.
(Darcy) Consideraba que era su deber dar un paso adelante y esforzarse por remediar un mal que él mismo había provocado.
Darcy acudió a la posada que regentaba la antigua institutriz de su hermana, y le costó varios días obtener alguna información sobre Wickham, por lo que probablemente tuvo que sobornarla.
La conversación con Lydia fue infructífera. Le propuso que abandonara a Wickham y volviera con su familia y amigos. Él la ayudaría a recuperarse del evento. Lydia, lógicamente, se negó.
Wickham, por supuesto, tenía otra versión. La razón para fugarse no era el amor por Lydia, sino las deudas que ya se le iban acumulando con el ejército y que no podía soportar. Lydia le vino bien para justificar su marcha, que luego achacaría exclusivamente a su cabezonería, estupidez y capricho. Wickham va cumpliendo paso a paso las características del manipulador frío y sin escrúpulos (ver AQUÍ). De momento había podido escabullirse con una razón absurda. Después, no tenía ni idea de lo que iba a hacer. Ya improvisaría algo pero, desde luego, Lydia no entraba en sus planes. De hecho, se le había pasado por la cabeza irse a otro país y conquistar a cualquier otra rica e inocente heredera a la que embaucar y con quien casarse.
Pero Wickham aprovechó el interés de Darcy, y le pidió sumas descabelladas de dinero. Hubieron de reunirse varias veces hasta que llegaron a un acuerdo. Lo siguiente fueron dos días de intensas conversaciones con el tío Gardiner (sábado y domingo) y el lunes todo quedó acordado.
La tía Gardiner le da una nueva visión a Lizzy sobre Darcy:
(Tía G.) Supongo, Lizzy, que el auténtico defecto de su carácter es la obstinación.
(Tía G.) No había nada que se pudiera hacer que no lo hubiera ya hecho él mismo.
Después, el tío Gardiner quiso poner de su parte en toda la negociación, a lo que Darcy se negó en rotundo.
La tía Gardiner, además, cuestiona la auténtica razón de Darcy para actuar de esa manera:
(TG) Dudo mucho que se pueda achacar este evento a su silencio, o al de cualquier otra persona.
Darcy volvió a Pemberley a atender a sus amigos, y regresó para la boda, tal y como había prometido. Cenó con los tíos un par de veces más, y la tía cayó rendida, cómo no, ante este hombre…
(TG) ¿Te enfadarás mucho conmigo si aprovecho esta oportunidad para decirte cuánto me gusta?
La tía le deja caer que no la castigue impidiéndole la entrada a Pemberley (¡¿?!). ¿Se puede decir más en menos? Pero, hasta ahí puede leer…..
Lizzy se da cuenta de la enorme bondad y valor que ha habido en la actuación de Darcy, exponiéndose a situaciones absolutamente desagradables para él. Pero…
(Lizzy) Su corazón le susurraba que lo había hecho por ella.
Pronto se quitó esta idea de la cabeza: Darcy aborrecería tener a Wickham de cuñado.
Pero, ahora más que nunca, Lizzy estaba profundamente enamorada de un hombre que estaba convencida jamás le volvería a proponer en matrimonio.
(Lizzy) Se sentía orgullosa de él. Orgullosa de que en una situación que requería de su compasión y honor, hubiera sido capaz de sacar lo mejor de sí mismo.
Lizzy, a eso se le llama, simple y llanamente, A M O R. Del bueno. Y lo hizo por ti.
En esta reflexión, Lizzy se encuentra con el reverso de la moneda: Wickham. No tarda ni dos segundos en preguntarle por su impresión de Pemberley. De alguna manera, sospecha que Lizzy ya sabe la verdad. Muy ladinamente le va preguntando si ha visto al ama de llaves, si ha hablado con ella…. Wickham es realmente viperino…
Como una de las opciones que Wickham despreció fue la de hacerse clérigo, Lizzy le preguntó con “segundas”:
(Lizzy) ¿Qué tal le habría sentado el tener que estar dando sermones?
Pues Lizzy, hablar y hablar sin decir nada es la especialidad de Wickham. Se le habría dado de maravilla y habría tenido a los feligreses comiendo en la palma de su mano con discursos almibarados y oportunistas. Pero no le aportarían todo el dinero que él necesitaba para vivir su disoluta vida…
Lizzy iba a toda prisa para deshacerse de él. Solamente la consideración por su hermana evitó que no le mandara a tomar viento.
Capítulo 53
Lydia se marcha y lo más probable es que no la vean en todo el año siguiente. O dos o tres.
Ahora viene la frase tonta de un hombre de pocas luces, que se deja engañar por unos modales embaucadores, sin haber comprendido la dimensión de real de las manos en quien estaba su hija Lydia: el Sr. Bennet. ¿Era solamente su mujer una cabeza hueca? Probablemente, eran tal para cual…
(Mr. Bennet) Es un hombre muy agradable… Estoy extraordinariamente orgulloso de él. Soy capaz de retar incluso al mismísimo Sir William Lucas a que me presente a un yerno mejor que éste.
¿Se refiere a Mr. Collins? Ya hemos visto en nuestra encuesta que no pensamos lo mismo… (ver AQUÍ).
¡Qué decepción, Sr. Bennet! No se puede ser más imprudente, ignorante, negligente, insensato, cegato y bobalicón. Su hija estaba ahora mismo con el peor de los maridos que una mujer pueda imaginar. Hasta el propio Mr. Collins ahora mismo le gana por goleada.
Y volvemos a tener noticias de Netherfield… Mr. Bingley estaba a punto de regresar… Y estamos en Septiembre… Jane se pone algo nerviosilla, pero guarda la compostura. Intenta estar indiferente.
(Lizzy) la satisfacción habitual que produce el predicar sobre la paciencia a quien sufre me ha sido negada, pues tu andas sobrada de ella.
Bingley llega…. ¡acompañado de Darcy! Ahora las dos hermanas están descompuestas… Lizzy, por un momento, se hace ilusiones…
(Lizzy) una sonrisa de deleite añadió brillo a sus ojos, pues en ese momento llegó a pensar que quizás su afecto y deseos seguían inamovibles. Pero no podía estar segura.
Darcy estaba muy serio, casi sin decir palabra. Lizzy le notó con menos ganas de causar buena impresión, y eso la desilusionó. Sus expectativas se desmoronaban y entendía las razones de Darcy pero, ¿qué hacía allí entonces?
Lizzy estaba tan avergonzada que se sentía en el subsuelo de Longbourn. No quería ni que la vieran ni volver a verlos
(Lizzy) En ese momento sintió que varios años de felicidad no serían suficientes para reparar la dolorosa confusión en la que se encontraban ella y Jane.
Bueno, Lizzy, ya veremos, ya…
Y ahora… ¡A VOTAR!
Pues yo sentí que esa frase del Sr. Bennet era sarcástica.
Ojalá fuera así, pero él ya había demostrado que era un poco cabeza hueca…. en caso de que lo hubiera sido, a mi me parecería de mal gusto, pues realmente su hija estaba en las peores manos en las que un padre podía dar a su hija en matrimonio…. realmente, no creo que, de ser consciente de la naturaleza de Wickham, hubiese tenido ánimo ni siquiera para bromear… pero ya se casó con una mujer solamente por su belleza, y de la que se burlaba incluso delante de sus hijas (algo que reprobaba Lizzy). Seguramente los buenos modales e imagen de Wickham le cautivaron igual que lo hizo su mujer….
Ojalá fuera sarcasmo, pero no le vería el sentido. Pero quizás tu tengas otra explicación que a mí no se me haya ocurrido… 🙂
Si, es totalmente irónica… como casi todo lo que dice el hombre. El mismo narrador dice que el señor Bennet, como buen filósofo, sabe sacar partido de lo que tiene. Nunca he pensado que Wickham disfrutase de la simpatía del señor Bennet, ni mucho menos.