Estamos con la penúltima carta que nos queda escrita desde Southampton. Ya se ha decidido que se marcharán a Chawton, y Jane, su madre y Martha están pasando el frío y lluvioso invierno de la ciudad lo mejor que pueden.
Jane sigue tan irónica como de costumbre, y le echa bastantes «pullitas» a su hermana. La verdad es que Cassandra era muy «suya» y no cabe duda de que ejercía de hermana mayor. Mientras Jane parecía más abierta, sincera y espontánea, Cassandra parecía ser la formal, y de alguna manera con derechos sobre lo que debería de hablar o no. Ya haremos más adelante una entrada sobre esta relación fraternal.
Por otro lado, ya vimos en la carta anterior los versos que el «juego Especulación» (o sea, la propia Jane) le enviaba al «juego Alarde», para que los leyese su sobrino Edward. Parece ser que éste hizo caso omiso a la broma de su tía, y a ésta no le hizo mucha gracia que su sobrino la ignorase.
Resulta interesante ver cómo, quizás a manera de juego, Jane «humaniza» las cosas (la despensa) o las situaciones atribuyéndoles intencionalidad, pensamientos e incluso sentimientos.
Vimos también en la carta anterior que Frank había sido enviado a recoger «los restos» del Ejército inglés en La Coruña, donde falleció Sir John Moore (y donde está enterrado – ver entrada aquí-). Es de destacar, ya que Jane rara vez hace mención a ningún acontecimiento histórico de los que le tocó vivir, ni en sus cartas, ni en sus libros. De hecho, en este caso solamente hace referencia a él en la medida que pudiera haberle afectado al padre del militar.
Por lo demás, siguen leyendo libros, acudiendo a bailes, sobreviviendo a los barros y lodos «southamptonianos», y con su habitual buen humor.
Carta de Jane a Cassandra (Jane tenía 33 años)
Martes 24 de Enero de 1809
De Southampton a Godmersham
Mi querida Cassandra:
Seré benevolente contigo con una carta el jueves de esta semana, en vez del viernes, pero yo no necesito que me contestes antes del domingo, teniendo en cuenta que tu y tu dedo vais mejorando. Cuida bien de tu preciosa persona, no trabajes muy duro y recuerda que las tias Cassandras son casi tan escasas como las Srtas. Beverly.
Ayer me alegró recibir una carta de Charles, pero te diré muy poco de ella, pues sé que ese insoportable de Henry también habrá recibido una, por lo que toda mi información sería inservible. Fue escrita en Bermudas entre el 7 y el 10

http://www.magnoliabox.com/art/267553/Capture_of_the_Slaver_La_Jeune_Estelle_by_a_British_Frigate
de Diciembre. Todos están bien, y Fanny tan sólo esperando a cambiar de estado. En su última misión consiguió un pequeño botín (de “La Jeune Estelle”), una goleta francesa cargada con azúcar, pero el mal tiempo los separó, y no se ha vuelto a saber nada de ella todavía. Su viaje terminó el 1 de Diciembre. Mi carta de Septiembre fue la última que recibió.
Tal día como hoy dentro de tres semanas ya estarás en Londres, y deseo que tengas buen tiempo o, al menos, que no lo tengas peor, pues nosotras ahora nos quejamos tan sólo de tener nieve o lluvia sin cesar, y una suciedad insoportable, ya que no hay ni viento tempestuoso ni frío severo. Desde la última vez que te escribí, hemos tenido un poco de cada, pero no es lo suficientemente amable todavía como para poder olvidar viejas rencillas.
Has abusado escandalosamente de mi al no mencionar los sermones de Edward Cooper. Yo te lo cuento todo, y no se sabe qué misterios son los que tú me mantienes ocultos. Y, como añadidura, insistes en poner una “e” al final de “invalid”, con lo que dejas a los demás incapacitados para imaginarse por un momento que la Sra. E. Leigh pudiera ser un soldado retirado. Espero que ella, como buena mujer, tenga en su destino algo más de los tranquilos placeres de su propia excelencia en este mundo, pues su recuperación avanza extremadamente bien. Tuve estas buenas noticias por una carta desde Bookham el jueves pasado, pero como la carta era de Mary (Cooke) en vez de venir de su madre, puedes suponer que sus noticias no fueron tan buenas. La Sra. Cooke tuvo que quedarse en cama algunos días debido a una enfermedad, pero luego mejoró, y Mary escribió confiando en su progresiva recuperación. Me he quedado con deseos de saber más.
Me alegra mucho lo que dices de Fanny. Espero que no convierta en “bueno para nada” este distanciamiento. Ayer

estuvimos pensando y hablando de ella con afecto sincero, y le deseamos que disfrute durante mucho tiempo de toda la felicidad para la que parece haber nacido. A la vez que hace felices a los que la rodean, se asegura de una parte de ella para sí. Me resulta muy gratificante que le guste lo que le escribo, pero deseo que el conocimiento de saberme expuesta a su acertada crítica no repercuta en mi estilo, induciéndolo a ser demasiado receloso. Ya empiezo a sopesar mis palabras y frases más que antes y a buscar opiniones, imágenes o metáforas en cada rincón de la habitación. Sería encantador que mis ideas pudieran fluir tan rápidamente como la lluvia en la despensa. En dos o tres ocasiones durante la pasada semana nos hemos encontrado en un estado lamentable al derretirse la nieve. Y en la pelea que teníamos con la despensa, ésta nos ha vencido finalmente, pues me he visto obligada a tener que sacar casi todo y permitir que chapotee a su antojo.
De ninguna manera has despertado mi curiosidad tras Caleb. Antes de leerlo se vio afectada por mi desinterés, que ahora ya es real. No me gustan los evangélicos. Claro que estaré encantada cuando lo lea, como el resto de la gente pero, hasta que no lo haga, no me gusta.
Lamento que mis versos no tuvieran respuesta por parte de Edward, pues esperaba que lo hiciera, así que supongo que no los ha valorado mucho. Puede que sea parcial, pero creo que eran muy clásicos, tanto como Homero y Virgilio, Ovidio y Propia que Maribus.
El otro día tuve una carta muy agradable y fraternal de Frank que, tras una pausa de casi tres semanas, fue muy bien recibida.
No llegaron órdenes ni el viernes ni ayer, pues lo habríamos sabido hoy. Supuse que la Srta. Curling compartiría aquí la

habitación con su prima, pero un mensaje en su carta indica lo contrario. Intentaré que la buhardilla esté tan cómoda como me sea posible, pero las posibilidades de esa habitación no dan para mucho. Mi madre ha estado hablando con Eliza sobre nuestro futuro hogar y ella, sin poner dificultad alguna por su marido, está perfectamente dispuesta a continuar con nosotros, pero hasta que no haya escrito a su casa para que su madre lo apruebe, no tomará una decisión final. A su madre no le gusta tenerla demasiado lejos. En Chawton estará a unas nueve o diez millas más cerca, y espero que esto surta el efecto deseado. Por lo que respecta a Sally, parece querer jugar con nosotras como John Binns, con sus pretensiones de pertenecer de nuevo a nuestra casa. Hasta el momento parece que es una sirvienta muy buena.
Espero que vengas con la idea de encontrar todas tus plantas muertas. Tengo entendido que tienen muy mal aspecto.
Tu silencio sobre el asunto del baile me hace suponer que tu curiosidad es demasiado grande como para expresarla en palabras. Nos lo pasamos muy bien y pudimos habernos quedado más tiempo si no hubiera sido por la llegada de mis zapatos para llevarme a casa, y no quise que tuvieran que estar esperando con este frío. La sala estaba bastante llena, y el baile se abrió con la Srta. Glyn. Las Srtas. Lance tenían compañeros y el amigo del Capitán D’Auvergne apareció con el uniforme del regimiento, Caroline Maitland tuvo un soldado con el que flirtear, y el Sr. John Harrison fue encargado por el Capitán Smith, que estaba ausente, para que me sacara a bailar. Ya ves que todo fue muy bien, especialmente después de que ajustáramos el pañuelo de cuello de la Sra. Lance a la espalda, y lo cogiéramos con un alfiler.
Anna nos contó anoche noticias completas y detalladas del baile del Sr. Hammond. Sé que la misma pluma fluida ha enviado igualmente esta información a Kent. Parece que se lo ha pasado tan bien como se le podía desear, y la complacencia de su mamá al hacer los honores de esa tarde han tenido que alegrarle en la misma medida. La grandeza de la reunión superó mis expectativas. Me gustaría haber visto el aspecto de Anna y su comportamiento, pero esa triste cabeza debe de haber perjudicado a la primera.
Marta está muy satisfecha consigo misma al creer que si yo hubiese seguido su consejo nunca habrías sabido nada de la reciente conducta del Dr. M., como si la liviana manera en que te la mencioné pudiera haber sido todo sobre lo que fundamentar tu opinión. No me estoy molestando en desilusionarla, porque deseo que sea siempre feliz, y sé cuánto valora la felicidad de cualquier tipo. Además, es tan amable con nosotras dos, y a ti especialmente te envía tan buenos deseos para tu dedo, que estoy dispuesta a pasar por alto esta falta venial. Y como el Dr. M. es un clérigo, su vinculación, aunque inmoral, parece decorosa.
Adieu, dulce persona. Tenemos noticias lamentables de España. Me alegro de que el Dr. Moore se haya ahorrado el conocimiento de la muerte de su hijo. Tuya afectuosamente.
P.D. La mano de Anna mejora cada vez más, y empieza a ser ya demasiado buena para cualquier cosa.
Le enviamos todos nuestros mejores deseos a la pequeña Lizzy y especialmente a Marianne. El periódico de Portsmouth traía la triste historia de una mujer pobre y demente que logró escaparse de su reclusión, y que decía que su marido y su hija se llamaban Payne, y que vivían en Ashford en Kent. ¿Los reconoces?
Nota: la traducción la ha realizado la autora del blog, no con objeto literario, sino por el contenido del estado físico y/o anímico de Jane Austen, por lo que es susceptible de mejoras en el estilo, la interpretación o la traducción de algunos términos.