Con esta carta empezamos la cuenta atrás de las manuscritas por Jane Austen. Se trata de la antepenúltima carta que escribirá en vida, y estaba dirigida a su querida amiga Anne Sharpe. Para quienes no sepais quién era Anne, os daré unas cuantas pinceladas sobre su biografía. Durante los años 1804 y 1806 Anne Sharpe fue la institutriz de los hijos de Edward, hermano de Jane, en Godmersham. Se trataba de una mujer culta, aunque de salud delicada, con una gran facilidad también para escribir. En las escasas visitas que hizo Jane a Godmersham (menos que su hermana Cassandra), Anne se convirtió en su verdadera amiga. Cuando Anne dejó su trabajo por razones de salud y se marchó a trabajar al norte de Inglaterra, Jane continuó la correspondencia con ella. Fue Jane quien informó a Anne del fallecimiento de Elizabeth, la mujer de Edward, y también consiguió que en el verano de 1815 les hiciera una visita en Hampshire. Las opiniones de Anne sobre los libros de Jane quedaron anotadas en los cuadernos que Jane dedicó a recoger los comentarios de sus más allegados. Jane envió a Anne ejemplares de sus novelas y, tras su fallecimiento, Cassandra tenía el encargo de enviarle uno de los mechones de su cabello. Anne escribía, era intelectual, abrió su propio internado en Doncaster para educar a jovencitas. Sin duda, una personalidad que atrajo a Jane, a pesar de que en algún momento también deseó que un buen hombre se enamorara de ella , pero esta historia no se materializó con su amiga Anne…

Tan importante era Anne para ella que una de sus últimas cartas fue para esta querida amiga. Le cuenta cómo le ha ido la enfermedad, su planificado viaje a Winchester para recuperar la salud, y las noticias respecto a la herencia de su tío Leigh-Perrot (para su hermano James y que ni él ni su mujer llegaron nunca a disfrutar en vida, pasando directamente a su hijo James Edward, el primer biógrafo de Jane Austen).

Hoy, hace doscientos años, Jane, con las pocas fuerzas que le iban quedando, escribió así a su querida amiga Anne. Aviso: id preparando los kleenex. Y aún así, Jane nunca perdió su sentido del humor…

Louis-André-Gabriel Bouchet (attributed to), Portrait of a young lady

Carta de Jane a Anne Sharpe (Jane tenía 41 años)

Jueves, 22 de Mayo de 1817

Mi querida Anne, tu amable carta me llegó estando yo en cama, pues a pesar de mis esperanzas y promesas cuando te escribí, desde entonces he estado verdaderamente muy enferma. Tuve un ataque de mi penosa enfermedad apenas unos días después. El más grave que he tenido hasta ahora. Al haber durado esta indisposición durante varias semanas, me dejó reducida bajo mínimos. He tenido que estar en cama desde el pasado 13 de Abril, moviéndome únicamente hasta el sofá. Sólo ahora empiezo a sentirme algo mejor, y he ido gradual y lentamente recuperando las fuerzas durante las últimas tres semanas. Soy capaz de permanecer sentada en la cama y puedo dedicarme a alguna tarea, tal y como te estoy demostrando en este momento, y estaría igualmente bien fuera de la cama, pero esta postura parece ser mejor para mí.

¡Me supera la capacidad de hacer justicia a toda la amabilidad de mi familia durante esta enfermedad! ¡Todos y cada uno de mis hermanos, tan cariñosos y tan preocupados! ¡Y qué decirte de mi hermana! Me faltan las palabras en cada intento de describir la gran enfermera que ha sido para mí. Gracias a Dios, no parece que «todavía» le haya afectado, y como hasta ahora no ha habido ninguna necesidad de estar sentada, espero y deseo que no tenga que sufrir agotamiento como consecuencia de sus cuidados hacia mi. ¡Tengo tanto alivio y comodidades por los que agradecer al Todopoderoso!

Mi cabeza ha estado siempre clara,  y apenas he tenido dolor alguno. Mis sufrimientos principales se debieron a noches con fiebre, debilidad y languidez. Así estuve aproximadamente durante una semana y como nuestro apotecario de Alton no parecía ser capaz de dar con el tratamiento, se fue en busca de un consejo mejor. Nuestro siguiente «muy bueno» se encuentra en Winchester, donde hay un hospital y médicos más experimentados. Uno de ellos me atendió y sus intervenciones poco a poco fueron haciendo desaparecer el mal.

La consecuencia es que, en vez de haber ido a la ciudad a ponerme en manos de algún médico tal y como debería haber hecho, en su lugar, me voy a Winchester durante algunas semanas, a ver qué es capaz de hacer aún el Dr. Lyford para reestablecerme en un buen estado de salud.

De hecho, el sábado próximo me voy para allá.

Apenas necesito decir que mi queridísima Cassandra me acompañará. Y como tan sólo faltan dos días, te convencerás de que ahora soy una especie de inválida muy amable y portátil.

Se trata de un viaje de tan sólo 16 millas. Tenemos un alojamiento muy cómodo del que se ha encargado para nosotras nuestra querida amiga, la Sra. Heathcote (antes Bigg), que vive en Winchester. Vamos a tener la facilidad del carruaje de mi hermano mayor, que nos llegará desde Steventon para este propósito. ¡Tengo que decir que éste es el tipo de cosas que la Sra. de James Austen hace con suma gentileza! Pero, en general, todavía es una mujer con una mentalidad muy poco liberal, y no esperes, mi querida Anne, que la reversión de la propiedad subsane esa parte de su carácter. Demasiado tarde, un día demasiado lejano. Además, la propiedad puede no ser de ellos durante estos diez años (de su tío Leigh-Perrot). Mi tía goza de una robusta salud.

La Sra. de Frank Austen ha estado en cama menos tiempo que yo, y ha traído otro bebé (una niña, el 15 de Abril, su séptimo vástago). Caímos en cama más o menos a la vez, y ella se ha recuperado mucho mejor.

Espero que no hayas tenido noticias de más enfermedades, mi querida Anne, ni en tu propia persona ni en la de tu querida Eliza. Puede que no tenga el placer de intentar dirigirme a ella de nuevo hasta que mi mano no esté más fuerte, pero aprecio su invitación a hacerlo.

Créeme, estaba interesada en todo lo que me escribiste aunque, con todo el egocentrismo de una inválida, te escribo solamente sobre mi misma.

Confío en que tu caridad hacia la pobre mujer no falle más en sus efectos, que en su ejecución, estoy segura. ¡Qué interesante debe resultar para todos vosotros! Y con qué alegría me gustaría contribuir más allá de mis buenos deseos, si fuera posible. ¡Pero estás tan preocupada! Allí donde cae la desgracia, se espera que uno sea capaz de proporcionar alivio.

¡Lady Pilkington escribiéndote desde París para pedirte consejo! Sin duda se trata de la influencia de la fuerza sobre la debilidad. Galigai de Concini para siempre. Adieu.

Sigue enviándome tus cartas a Chawton, pues la comunicación entre ambos lugares será frecuente.

No te he mencionado a mi querida madre. Sufrió mucho por mí en mis peores momentos, pero se encuentra bastante bien.

La Srta. Lloyd (Martha) también ha sido toda amabilidad. En breve, si vivo para llegar a ser una anciana, tendré que esperar haberme muerto mejor ahora, bendecida por la ternura de esta familia, y antes de haber sobrevivido a cualquiera de ellos o su cariño. Estoy segura de que tu también guardarias buenos recuerdos de tu querida amiga Jane. ¡Pero la providencia de Dios me ha devuelto la salud, y puede que me encuentre en mejores condiciones para presentarme ante él cuándo me convoque, de lo que habría estado ahora!

Enferma o sana, considerame siempre tu afectuosa amiga.

 

 

 

Nota: La Sra. Heathcote será una gran compañía, pero no contaremos con la Srta. Bigg, pues al igual que la mitad de Inglaterra, se encuentra en Suiza.

 

Nota: la traducción la ha realizado la autora del blog, no con objeto literario, sino por el contenido del estado físico y/o anímico de Jane Austen, por lo que es susceptible de mejoras en el estilo, la interpretación o la traducción de algunos términos.

Fuente: Le Faye, D. (1995), Jane Austen’s Letters, Ed. Oxford University Press