Cassandra se ha ido a Godmersham para atender a su cuñada Elizabeth, que había dado a luz el día 28 de Septiembre a su sexto hijo varón, Brook-John. Jane, por su parte, se dedica a hacer un poco de «Emma» con el vecindario, buscando pretendientes para algunas de sus conocidas. Vuelve a hacer referencia a su hermano James y, en efecto, raramente le dedica los comentarios cariñosos, afectivos o divertidos que podemos encontrar respecto a Henry, Frank o Charles.

Jane se está leyendo un libro «Letters from England», que en teoría eran de un «presunto» viajero español por tierras inglesas. Y aprovecha para no hablar demasiado bien de sus habitantes. ¡Hábil maniobra para poner verdes a sus compatriotas! Ya decía yo  ese nombre, apenas me sonaba…

En realidad, se trataba de un poeta inglés que había traducido muchos clásicos castellanos y que se «disfrazó» de viajero español, si bien su verdadero nombre era Robert Southey (1774-1843). Al final os dejo los enlaces, tanto de las cartas,

Robert Southey

como de este poeta inglés.

El caso es que Jane pensó que se trataba de un turista muy poco amable con sus compatriotas…. ¡Lo que nos faltaba!

Carta de Jane a Cassandra  (Jane tenía 32 años)

Sábado 1-Domingo 2 de Octubre de 1808

De Southampton a Godmersham.

Mi querida Cassandra:

Tu carta de esta mañana ha sido realmente inesperada. Está bien que traiga tan buenas noticias que sirvan para compensar por mi disgusto de tener que omitir mi primera frase, que ya había compuesto con todo tipo de esperanzas sobre tu viaje, y que tenía intención de escribir en papel hoy, sin esperar a que se confirmasen hasta mañana.

Estamos realmente contentos por la noticia del nacimiento del niño, y esperamos que todo siga su curso tan bien como ha empezado. 

Su mamá tiene todos nuestros mejores deseos, y  los siguientes están destinados por lo que respecta a salud y bienestar. Aunque supongo que a menos que “él” reciba también los mejores, no estaremos haciendo nada por “ella”.

victoriana.com

Nos alegramos de que todo ya hubiera terminado antes de tu llegada. Y me hace muy feliz saber quién va a ser la madrina. Mi madre se pasó un buen rato barajando nombres.

Me agrada mucho que Henry te haya hecho un regalo, y ahora estaré pendiente con interés redoblado del tiempo que va a tener.

Hemos tenido cuatro pares de pájaros últimamente, a partes iguales de Shalden y Neatham (en Godmersham).

Nuestra visita a la Sra. Duer proporcionó dos novedades en forma de dos señoras mayores, la Sra. Pollens y la Sra. Heywood, con las que mi madre formó una mesa para jugar a las cartas. Y también estaba la Sra. Maitland y Caroline, y el Sr. Booth sin sus hermanas para la partida.

Tengo un marido para cada una de las señoritas Maitland. El coronel Powlett y su hermano han cogido la casa interior de Argyle, y la consecuencia es tan natural que no estoy resultando en absoluto ingeniosa al planearla. Si, con suerte, el hermano es un poco más bobo que el Coronel, será un tesoro para Eliza.

El Sr. Lyford (médico) nos visitó el martes para decirnos que estaba muy disgustado por la llegada de su hijo y de su hija, y que él mismo tendría que marcharse a la mañana siguiente. Como yo me había propuesto que él no fuera a perderse todas las diversiones, le hice una consulta sobre las molestias que me aquejaban. Me recomendó algodón empapado en aceite de almendras dulces, y me está sentando bastante bien. Así que espero no tener que hacer otra cosa con la receta de Eliza (la mujer de Henry), más que agradecerla por habérmela dado, teniendo en cuenta que realmente lo siento así.

Me agradan los recuerdos de parte de la Sra. Tilson y utilizaré, si puedo, sus patrones pero ¡pobre mujer! ¿cómo puede estar de nuevo de crianza? Acabo de terminar un pañuelo para la Sra. James Austen (Mary), que espero que su marido me dé la oportunidad de enviarle dentro de poco tiempo. Algún bonito día de Octubre nos lo traerá hasta el jardín, entre las tres y las cuatro de la tarde. Ella ha tenido noticias de que la Sra. Bigg se casará dentro de quince días. Espero que así sea.

Aproximadamente una hora y media después de que se acabaran tus árduos trabajos del miércoles, empezaron los nuestros. A las siete en punto llegaron la Sra. Harrison, sus dos hijas y dos invitados, junto con el Sr. Debary con su hermano mayor. Y nuestro “parto” no fue mucho más corto que el de la pobre Elizabeth, pues ya habían pasado las once de la noche cuando nos vimos por fin liberados. Hubo una segunda partida de cartas, que duró más pues se sumaron las dos jovencitas, que durante la primera habían estado jugando solas a los palillos en una esquina de la mesa. Esta partida nos supuso la ruina y sin embargo completó la prosperidad del Sr. Debary, pues ganó las dos. El Sr. Harrison llegó tarde y se sentó junto a la chimenea. Esto me produjo cierta envidia pues con nuestro habitual fortuna, tuvimos una tarde muy fría. Estaba lloviendo cuando llegaron nuestros invitados, pero dejó de hacerlo antes de que se marcharan.

Se dice que las Srtas. Ballard están bastante bien educadas. Sus modales son sencillos y agradables, pero no hablan con la suficiente libertad como para resultar entretenidas, ni tampoco he podido descubrir si la razón por la que hicieron su último viaje fue por gusto o por sentimiento.

La Srta. Austen y su sobrino han vuelto, aunque el Sr. Choles está ausente todavía. “Todavía ausente”, dirás, “no sabía que se hubiera ido a ningún sitio”. Tampoco yo tenía idea alguna de que Lady Bridges estuviera en Godmersham hasta que se me dijo que “todavía” estaba allí. Por lo tanto, me lo tomo como el método más consensuado para anunciar llegadas y salidas. El Sr. Choles se ha ido a llevar una vaca a Brentford, y su lugar con nosotros lo ha ocupado otro hombre que lleva el mismo tipo de vida haciendo trabajos extraños, y entre sus muchas capacidades se encuentra la de trabajar en el jardín. Algo que mi madre no olvidará, si es que alguna vez llegamos a tener aquí otro jardín. Sin embargo, por lo general está pensando mucho en Alton, y guarda la firme esperanza de poder mudarse allí. Las ciento treinta guineas de alquiler de la Sra. Lyell han causado una profunda impresión. Ya se ha hecho a la idea de tener que comprar muebles en un sitio o en otro, y el único mal del que habla es de la “molestia” de tener que hacerlo. Yo estaba pendiente de que a Henry le gustara el plan de Alton (Henry tenía una sucursal bancaria allí, y estaba más al corriente de la disponibilidad de casas), y espero tener noticias, a través de él, de alguna cosa perfectamente corriente.

La División que tenemos en Yarmouth (es decir, Frank y su familia en la Isla de Wight) debe de estar muy feliz, pues parece que ha conseguido muy buen alojamiento, el pescado apenas les cuesta nada, y tienen muchos compromisos a la vez que mucho tiempo para dedicarse el uno al otro. Mi madre ha empezado a curar seis jamones para Frank. Al principio fue algo molesto, pero ahora es un placer. Quiere que te diga que no tiene dudas de que el patrón de la estrella te vaya a salir muy bien, pues tienes el tapete de la sala del desayuno para guiarte.

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Tenemos el segundo volumen de las Cartas de Espriella, y lo he estado leyendo en alto a la luz de las velas. Las descripciones del hombre son muy buenas, pero es horriblemente anti-inglés. Merece ser el extranjero que dice ser.

El Sr. Debary se marchó ayer, pero como yo había salido con algunas perdices a St. Mary, me perdí su visita de despedida.

Hoy he tenido noticias de la Srta. Sharpe, y me ha dicho que no va a volver con la Srta. Bailey a Hinckley, y que va a seguir allí al menos hasta Navidad, que es cuando piensan que quizás viajen al sur. Aunque es probable que la Srta. Bailey se ausente tan solo brevemente de la compañía del Sr. Chessyre, no me extrañaría que la Srta. Sharpe siguiera con ella. A menos que le llegue una oferta más apetecible, seguro que lo hará. Dice que la Srta. B. se muestra muy alterada por que lo haga.

Domingo.-

No esperaba tener noticias tuyas de nuevo tan pronto y te agradezco mucho que hayas escrito de la manera que lo has hecho. Pero ahora no te preocupes por mi tal y como están las cosas, pues debes de tener muchos de los asuntos en tus manos. Consideraré que el silencio significa buenas noticias, y no esperaré ninguna otra carta tuya hasta el viernes o el sábado.

Has debido de tener bastante más lluvia de la que ha caído aquí. Ha hecho bastante frío pero no humedad, excepto durante unas horas el miércoles por la tarde. Y no pude encontrar nada más moldeable que el polvo. Ahora sí que es probable que tengamos un día húmedo y, aunque es domingo, mi madre ha sido capaz de empezarlo sin ningún tipo de queja.

Tus plantas fueron recogidas un día que hizo vendaval y se han colocado en el comedor. Esa misma noche heló. Si volvemos a tener buen tiempo se sacarán fuera, y si no, mi madre las pondrá en sus aposentos de invierno.

Yo recojo moras de vez en cuando, en las ocasiones que me apetece o bien comer fruta, o bien emplearme en algo. Por favor, dile a mi ahijada (Louisa) que estoy encantada de que se sepa tan bien las lecciones.

Te has portado muy mal conmigo, pues has estado escribiendo a Martha sin que yo lo supiera, y por eso una carta que le envié el miércoles para contarle noticias tuyas no sirvió para nada. Ya no sé cómo pensar que no vaya a ocurrir de nuevo algo que le impida regresar hacia el día diez. Y si pasa, no me consideraré responsable, pues ahora me he acostumbrado tanto a estar sola que ni siquiera la echo en falta.

El Marqués de Lansdowne ha pospuesto su cura un año más. Después de haber esperado en vano durante varias semanas a que regresara el barco que había acordado, se ha ido a Cornwall a encargar  a un hombre conocido en la región otro construido especialmente para él, y con el que tiene intención de marcharse al extranjero durante doce meses.

Anoche nos tomamos dos faisanes de Neatham. Mañana por la tarde se la dedicaremos a las Maitland. Nos acaban de pedir que nos unamos a la Sra. Heywood y a la Sra. Duer.

Todo el mundo que viene a Southampton consiera un placer o un deber el tener que visitarnos. Ayer vino la mayor de las Srtas. Cotterel, que acababan de llegar de Waltham. Adiós. Con amor para todos, tuya afectuosamente.

Enlaces sobre Robert Southey (el presunto español):

http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Southey

Enlaces sobre las «Cartas desde Inglaterra»:

http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1142203

http://biblioteca.universia.net/html_bura/ficha/params/title/letters-from-england-by-don-manuel-alvarez-espriella-pseud-tr/id/48714564.html

http://www.amazon.com/Letters-From-England-Espriella-Translated/dp/129021462X

http://www.ignaciogracianoriega.net/pha/19980607.htm

Nota: la traducción la ha realizado la autora del blog, no con objeto literario, sino por el contenido del estado físico y/o anímico de Jane Austen, por lo que es susceptible de mejoras en el estilo, la interpretación o la traducción de algunos términos.

Fuente: Le Faye, D. (1995), Jane Austen’s Letters, Ed. Oxford University Press