Los seguidores de Jane Austen (o de cualquier persona por la que se siente un cierto nivel de admiración) seguro que han sentido alguna vez la curiosidad sobre cómo transcurría un día en la vida de Jane Austen.
Su sobrina Caroline, nacida en 1805 (tenía 12 años cuando falleció su tía) hija de su hermano mayor, James y de su segunda esposa, nos dejó unos pequeños apuntes en My Aunt Jane Austen, A memoir para que los recuerdos más directos de la familia no se perdiesen o distorsionasen con el paso de los años.
La casa de Chawton en la que vivían era un lugar bastante ordenado, tanto en el interior como en el exterior, y tenía el toque femenino de las cuatro mujeres que vivían en él (las hermanas, Jane y Cassandra; su cuñada, Martha Lloyd, y la madre Austen). Era un hogar risueño y vivaz, aderezado siempre con sus historias y sentido del humor.
Jane solía contar bonitas historias de hadas a sus sobrinos y sobrinas, inventadas en el momento, que podían durar dos o tres días, según se les fuesen ocurriendo situaciones. Cada hada tenía su carácter personal.
Y era especialmente hábil en los juegos infantiles, como el boliche (introducir una bola al final de una cuerda en una especie de copa).
¿Os imagináis a Jane Austen jugando al boliche? Pues, según su sobrina, era una verdadera experta…
También recuerda su sobrina un juego que solía proponerles cuando eran niñas: por ejemplo, jugar a que era el día siguiente de un baile (ellas eran todavía pequeñas) y hacer comentarios entre ellas, como si fuesen mayores, de las impresiones y anécdotas (supuestas) de lo que hubiese ocurrido.
Caroline pensaba que su tía era guapa; con el rostro tirando más a redondo que alargado, los ojos castaños y brillantes, la piel luminosa y el pelo oscuro y naturalmente ondulado; siempre cubría su cabeza con un gorro. Aunque no se la podía definir como “una belleza”, parece ser que en Steventon, donde nació, los vecinos la consideraban una muchachita muy agraciada. Lo que llamaba la atención era su voz, su manera de leer los textos en voz alta, que solía ganarse la admiración general de aquellos que la escuchaban.
Respecto a su forma de vestir, Caroline recuerda que no se conocía a sus tías por su buen gusto en el vestir, y adoptaron el estilo más apropiado para mujeres más mayores que ellas antes de tiempo. Eran especialmente correctas y les desagradaba particularmente cualquier indicio de suciedad.
Jane empezaba el día con música: tocando el pianoforté, antes de desayunar, aunque no tenía a nadie a quien enseñar, y el resto de la familia no le daba la mayor importancia a esta habilidad. Tocaba partituras que ella misma había copiado, con el mismo estilo nítido de sus manuscritos.
Jane era la encargada del desayuno en su casa, a las 9 de la mañana. También estaba a cargo de los suministros de té, azúcar y vino.
Después se sentaba ante su escritorio hasta el almuerzo, y tras la comida las dos hermanas solían dar un paseo, o caminaban hasta Alton a hacer alguna compra.
Eran cordiales con todo el vecindario pero no solían hacer visitas frecuentes ni intimar con ellos, aunque se interesaran por su bienestar.
Al final de su vida, Jane solía echarse un rato tras la cena, pero lo hacía juntando tres sillas, para no incomodar a su madre, que era la que ocupaba el sofá.
En esta silla pasó Jane los últimos ocho años de su vida
Tenía el profundo cariño de su familia, que la admiraba, no solamente por su talento literario, sino también por sus virtudes hogareñas, por su ánimo siempre alegre y por su aspecto impecable. Los hermanos siempre buscaban algún parecido en sus hijas hacia su hermana, pero nunca hubo otra Jane.
Una vida tranquila y placentera, que completó con su imaginación, plasmó en sus prodigiosos escritos, y nos legó una colección magistral de lecciones sobre el amor, la pareja, la conducta y la psique humana.
QUE LINDO HABRA SIDO CONOCERLA… HABLAR CON ELLA… ME ENCANTARIA PREGUNTARLE A ACERCA SUS NOVELAS… TANTAS COSAS
PRINICPALMENTE COMO HACIA PARA SOBRELLEVAR LAS CARGAS SOCIALES DE LA EPOCA.
LA ADMIRO TANTO!!!
Es realmente admirable… valor, coraje, sensibilidad,… una lección de categoría humana…