Como habréis podido comprobar, no me he hecho eco de la mayoría de las cosas que se han escrito estos días sobre Jane Austen, excepto las que realmente merecían la pena, ya que escuchar o leer ciertas imprecisiones sobre Jane Austen, a estas alturas en las que a todos se nos supone que sabemos leer y escribir, y buscar información veraz, y sobre todo, informada, especialmente cuando se escribe en medios de comunicación, afecta severamente a mis nervios. Afortunadamente, he aprendido a manejarlos, gracias a las lecciones practicadas con la lectura de Jane Austen, riéndome de ellos, que no de quienes escriben tales imprecisiones. Sin tener que tirar de sales ni nada…
Las que se repiten una y otra vez:
1- que nunca salió de su entorno
A ver, y resumiendo: Jane Austen nació en Steventon. En 1800 tuvo que mudarse a Bath, en un peregrinaje indeseado pero ligado a su condición de hija soltera dependiente de su padre a la fuerza, dado que en aquella época las mujeres no podían ser independientes: de la casa de los padres pasaban a la casa de los maridos, por imposición social. En Bath vivió en varias casas durante 5 años. Después se mudó a Southampton con su cuñada (esposa de Frank), y unos leves peregrinajes por casas de familiares, hasta que finalmente se trasladó a Chawton, donde vivió los últimos ocho años de su vida.
Además, las visitas de Jane Austen a Londres eran frecuentes, donde acostumbraba a acudir a las últimas obras teatrales del momento, y a recibir y realizar visitas entre lo más escogido de la sociedad inglesa.
Sus hermanos marinos traían noticias frecuentes de sus viajes por el extranjero y Jane estaba absolutamente al tanto de lo que ocurría en el mundo, habiendo sido incluso guillotinado el primer marido de su prima, y luego cuñada, Eliza de Feuillide.
Su hermano Charles, recibió de las manos del mismísimo Simón Bolívar en Venezuela, una de sus espadas…(cierto, Jane ya había fallecido, pero estas cosas pasaban en la familia Austen…), y él se casó con una inglesa nacida en tierras caribeñas.
Por otro lado, Jane leía, mucho, y no estaba ignorante de lo que ocurría a su alrededor, tanto en su propia Inglaterra, como en el resto del globo.
2- que murió con pena y sin gloria
Cuatro libros publicados con gran éxito, con reseñas del mísmísimo Sir Walter Scott elogiando su talento, y con la petición expresa del Príncipe Regente que le dedicara su cuarta novela, Emma, como así hizo, incluso algo a regañadientes, Jane.
Si a alguno de los periodistas que escriben sobre Jane Austen les pidiera el Rey Felipe VI o la Reina Letizia que les dedicaran su próximo libro, os aseguro que ya no habría quien les tosiera. Pero sigamos.
Jane Austen sabía que era buena. Su familia lo sabía también. Murió con reconocimiento, en una época en la que era dificilísimo que se elogiaran las dotes intelectuales de una mujer. Cierto que no se hizo millonaria, algo que achaco a la inexistencia todavía del merchandising. De haber existido, su cuenta se habría engordado significativamente fijaros con qué: Mansfield Park y su Fanny, que tanto éxito tuvo en aquellos años. También con Orgullo y Prejuicio y su Sr. Darcy. Pero logró sobrevivir dignamente con el dinero ganado contra viento y marea en una época en la que a las mujeres les estaba prohibido explícitamente trabajar y educarse. ¡Olé por Jane!
Por cierto, Emma se tradujo al francés prácticamente a la vez que su publicación en Inglaterra. Para mayor gloria de Jane, en vida.
Los obituarios y esquelas que se sucedieron tras su fallecimiento, ensalzando sus dotes de escritora y mujer, en distintos periódicos, diarios y revistas de Inglaterra, hablan de su reconocido prestigio.
3- que llevó una vida mustia
Si alguien se divirtió e hizo reir a los demás, de principio a fin de su vida, esa fue Jane Austen. Como bien decía Miguel Ángel Jordan (Dr.), Vicepresidente de la Jane Austen Society España, quien no haya captado el sentido del humor de Jane Austen, no ha entendido nada sobre ella. Y si no, que se lo pregunten a su familia, que no dejaba de reirse a carcajadas con el agudo ojo de Jane.
Era activa físicamente, encontraba lo positivo de cada día y sabía hablar de ello, jugaba a las cartas, creaba historias, teatros y cuentos para su sobrinos, tocaba el piano forté a diario, bebía cerveza, y bailaba… Jane Austen adoraba bailar. Acudía al teatro cada vez que estaba en Londres, y a distintas exposiciones, y no paraba de moverse de un lugar a otro, visitando a hermanos y amistades, o recibiéndolas en su propia casa.
¿Aburrida? Por favor, que me redefinan este concepto…. Si apenas tres días antes de su muerte estaba escribiendo un genial poema satírico sobre las carreras de Winchester…. patientia habemus…
4- Soltera, o solterona, y sin hijos.
Cierto, Jane Austen no tuvo hijos. Ya tuvo bastante con ser la pequeña en un hogar donde, además de todos sus hermanos mayores (y uno menor que ella, Charles), se alojaban también estudiantes tutorizados por su padre. A éstos se añadieron las proles de sus hermanos, especialmente de Edward y de Frank, de las que su hermana Cassandra y ella con frecuencia se tenían que hacer cargo. Viendo además cómo fallecían parientes y conocidas tras sus múltiples partos… ¿quién quería tener hijos? Ella, desde luego, no. ¿Cómo es posible que critiquemos esto en pleno siglo XXI, con la menor tasa de natalidad de la historia, y en el que por fin las mujeres pueden decidir no tener hijos sin que se las tenga que criticar?¿o sí?¿Era Jane Austen más moderna acaso que las actuales féminas del Siglo XXI? Sin duda, SI.
Soltera: tres cuartas de lo mismo. Porque quiso, pues sí que tuvo la propuesta y oportunidad. Y estaría muy bien que hoy en día reconociéramos el valor que tuvo al no casarse, sabiendo que se arriesgaba a una vida de pobreza. Apostó por su talento en un entorno absolutamente hostil. Hay que leer un poco más de historia.
5- sus novelas van de pillar marido
Absoluta incorrección. Recordemos que en esa época, las mujeres tenían vetado el acceso a estudios y trabajo remunerado. Su puesto en la sociedad solamente se dignificaba con el matrimonio y la maternidad. Era absolutamente inusual que una mujer rechazara una oferta de matrimonio. Hacerlo las condenaba directamente a la pobreza y al ostracismo social.
Las novelas de Jane Austen van de mujeres que se niegan a tener que aceptar que las elijan, sin poder oponerse a ello. Elizabeth Bennet en Orgullo y Prejuicio lo hace no una, sino dos veces, a dos magníficas propuestas: la de Mr. Collins y la de Mr. Darcy. ¿No era eso acaso una heroicidad?¿un auténtico acto de valentía, coherencia e integridad?
Es soporíferamente aburrido leer una y otra vez esta afirmación. No merece la pena.
HAY QUE LEER A JANE AUSTEN, NO SOLAMENTE VER SUS VERSIONES CINEMATOGRÁFICAS.
Y, para muestra un botón que, lamentablemente, apareció en un periódico de la relevancia de El Mundo. Aunque casi se redime en los últimos párrafos, la entrada, que es fundamental para seguir leyendo un artículo, invita a pasar de página:
http://www.elmundo.es/opinion/2017/07/15/59690e8822601d44328b4636.html
Jane Austen, valiente, divertida, inteligente, independiente, elegante, guapa, alta y delgada, genio de la escritura, bailarina, políglota, amante del teatro, disfrutaba de los juegos sociales y de su cervecita…
¿Aburrida, mustia, solterona, frívola….? Esperad, que me estoy recuperando de la risa….
Jane era lo más de lo más y lo sigue siendo para much@s hoy en día. Ojalá hubiese sido más feliz, hubiese tenido una vida más larga y hubiese escrito más pero lo que nos ha dejado no tiene precio… ¡un saludo!
Yo creo que fue muy feliz. Por supuesto, a su manera, como tiene que ser…. 😉