En esta carta, Cassandra explica su estado de ánimo tras el fallecimiento de Jane. Sigue ocupada con las últimas voluntades de su hermana que, sin duda, era una manera de seguir sintiéndola viva, o cerca de ella.
Otra conmovedora carta de Cassandra, que escribía las siguientes líneas a su sobrina Fanny, hoy hace doscientos años:
Martes 29 de Julio de 1817
Carta de Cassandra a su sobrina Fanny Knight, de Chawton a Godmersham
Mi queridísima Fanny,
Acabo de leer tu carta por tercera vez, y te agradezco muy sinceramente por cada una de tus amables expresiones hacia mí, y aún con más cariño por todas tus alabanzas hacia quien creo que tu conocías mejor que cualquier otra persona en el mundo, aparte de mí misma. Nada parecido podría haberme resultado más gratificante que la manera en la que escribes sobre ella, y si ese amado ángel es consciente de lo que pasa aquí, y no se encuentra muy por encima de todos los sentimientos terrenales, quizás reciba con placer este duelo que se está guardando por ella. Si fuera ella la que hubiera sobrevivido, me la puedo imaginar hablando de tí prácticamente en los mismos términos. Ambas compartíais muchos rasgos de carácter con un gran parecido, así como en el conocimiento íntimo la una de la otra.
El jueves no fue un día terrible para mí, tal y como te hubieras podido imaginar. Había tantas cosas que era necesario hacer que apenas quedó tiempo para cualquier sufrimiento adicional. Todo se hizo con la más absoluta tranquilidad, pero yo estaba decidida a verla hasta el último momento y, si no hubiera estado a la escucha, no habría sabido cuándo pensaban abandonar la casa. Observé la pequeña lúgubre procesión a lo largo de la calle, y cuando al girar desapareció de mi vista, supe que ya la había perdido para siempre. Incluso en ese momento no me sentí abrumada, ni tan perturbada como me siento ahora que te estoy escribiendo sobre ello.
Nadie ha sido nunca tan llorada por quienes cuidaron de sus restos como esta amada criatura. Espero que la tristeza con la que ha partido de la tierra sea el pronóstico de la alegría con la que se la aclame en el cielo.
Continúo bastante bien. Mucho mejor de lo que cualquiera hubiera podido suponer, pues he tenido una fatiga corporal considerable, acompañada de angustia mental durante muchos meses. Pero realmente me encuentro bien y espero estarle justamente agradecida al Todopoderoso por haber recibido tanto apoyo. Tu abuela también se encuentra mucho mejor que cuando llegué a casa.
No me pareció que tu padre no se encontrara bien, pero comprendo que esté mucho mejor y más cómodo tras su regreso de Winchester. No necesito decirte que fue un gran apoyo para mí. De hecho, nunca podré decir suficiente de la amabilidad que he recibido de él, y de todos nuestros amigos.
Salgo al exterior bastante y soy capaz de entretenerme con ocupaciones. Por supuesto, las que mejor me van son las que me permiten pensar tranquilamente en quien he perdido, y pienso en ella en cada una de las distintas circunstancias: en nuestros momentos felices de conversaciones confidenciales, en las divertidas reuniones familiares, que ella tanto ornamentaba, en la habitación durante su enfermedad, en su lecho de muerte, y (espero) en su estancia en el Cielo. ¡Oh! aguardo al día en que pueda reunirme con ella allí.
Sé que tendrá que llegar el momento en que mi mente estará menos absorbida por pensamientos sobre ella, pero no me gusta pensar en eso. Si pienso en ella menos en la Tierra, Dios sabe que no puedo dejar de pensar en ella como habitante del Cielo, y que nunca cesarán mis esfuerzos (cuando Dios disponga) de unirme allí con ella.
Al mirar a algunos de los preciosos papeles que son ahora de mi propiedad, he encontrado algunos memorandos, entre los cuales desea que una de sus cadenas de oro sea entregada a su ahijada Louisa, y un mechón de su cabello sea preparado para ti. No necesitas que te asegure, mi queridísima Fanny, que cualquier deseo de tu amada tía es absolutamente sagrado para mí. Sé tan amable de decirme si lo prefieres en un broche o en un anillo.
Que Dios te bendiga, mi querida Fanny.
Tu querida tía
Cassandra Elizabeth Austen
Fuente: Le Faye, D. (1995), Jane Austen’s Letters, Ed. Oxford University Press
Ya no hay más cartas de las hermanas Austen. Hasta aquí hemos recorrido un precioso camino marcando, cada una de sus cartas, un pequeño bicentenario de un momento de la vida de Jane. Personalmente, me siento una privilegiada por haber vivido estos momentos y, además, haber podido compartirlos con todas vosotras (y vosotros). Llevo un pequeño duelo en el corazón, pero me gusta pensar en Jane Austen con una amplia sonrisa. Nadie como ella nos enseñó a valorar y a disfrutar de nuestras vidas, a creer en nuestros talentos, y a relativizar con su especial sentido del humor los momentos más difíciles o frustrantes. Por mi parte, solamente puedo decir una cosa:
GRACIAS
