Historia nº 3

Los Secretos de Pemberley

      Estaba frente a una obra de arte, un cuadro donde su tema central eran unos novios, y pensé; el matrimonio es  para unos, una nueva vida; para otros, la resurrección; en mi caso fue la resurrección, bajo el dominio de mi madre; nunca fui feliz; y una vez firmada el acta de matrimonio con Fitzwilliam; mi salud mejoro increíblemente, gracias a mi nueva libertad; y hoy estaba en mi espléndido salón, celebrando la cena y baile de navidad, lástima que mi madre lo tenía que arruinar con la absurda invitación al Sr. Collins, su presencia me es insufrible, el cual iba llegando junto con  su insulsa y callada esposa, la Sra. Collins, siempre parece ausente y solo sonríe cuando se le habla, será porque no tiene hijos, justo en ese momento entró Caroline, mi  aliada en esta cena, aunque sé que es una arpía, al menos tiene clase, su matrimonio con el capitán me pareció, algo tan necesario para ambos, no se aman, pero si aman lo que obtienen de cada uno de ellos; y detrás de ella,  su  hermano el sr. Bingley, gracias a Dios,  no se casó con la Sra. Collins,  veo que la mira con nostalgia y  arrepentimiento e  inmediatamente retira la mirada y la posa en Georgina que luce feliz;  la resignación es un bálsamo para los errores, cuando estos no tienen remedio y solo faltaba las dos hermanas de la Sra. Collins, pues una de ellas, se había casado con el oficial Dashwood, él se había retirado y por casualidad del destino  se convirtió en terrateniente, pero en desgraciada hora hizo negocios con mi esposo; y en venganza yo les tendría una novedad.

      El salón estaba repleto de todos mis invitados, solo faltaba el más importante, y fue cuando ella llegó, entró con su especial dignidad, era la Sra. Elizabeth Wickham, venía con la Sra. Lidya Dashwood  y su esposo ambos eran tan ruidosos y ordinarios;  Darcy se acercó a saludarlos y a la Sra.  Elizabeth  Wickham  también, con ese sentimiento que solo yo conozco; mi esposo al que nunca he amado,  se dejó llevar por las seguras y pretenciosas reglas de su entorno; y estaban justamente en  frente de ese cuadro de Novios, me acerco y  se sonrojaron al verme , sin embargo en ese instante llegó  mi invitado especial, el famoso pintor Edmund Bertram, estaba con su esposa Mary Bertram;  la Sra. Collins, y la Sra., Wickham, se sorprendieron al ver a  la Sra. Bertram y solo la Sra. Dashwood se acercó con efusiva alegría, a saludar a su hermana, esto produjo un ligero caos, pues Caroline hizo el comentario de que la vida es una paradoja, pues el Edmund realizaba obras de Arte del matrimonio, y el  vivio un tiempo sin estarlo; sonreí, victoria ganada;  así que hice me deslice entre el bullicio que se había producido y los deje ahí; caminé hacia atrás de la finca y me dirigí a un cobertizo, necesitaba aire fresco y algo más; al llegar ahí,  vi a un hombre hermosamente apuesto y honestamente cínico;  le sonreí tímidamente  y  el me devolvió la sonrisa más deliciosamente retorcida

-¿llevas mucho tiempo aquí?-

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-más de lo que tengo disponible––

-tu esposa está muy elegante el día de hoy-

-como debe ser mi bella dama y ¿tu esposo?

-perfeccionista y aburrido, como siempre- me tomó el rostro y me beso cálidamente

-y se siguen amando-

-si George-le respondí agitada y emocionada

-¿y nosotros?

-también- y nos volvimos a besar.

Pemberly  es una hacienda que con el paso del tiempo, solo había hecho acrecentar su belleza

y……… secretos.