MP Capítulo 24

Sinopsis

Tras la cena en casa de los Grant, Henry decide quedarse quince días más con su familia. Aparentemente, para cazar. Pero su mente alberga otro plan más deplorable: hacer que Fanny Price se enamore de él. Y, cuando lo haya conseguido, dejar que ella solita remede su corazón roto por su marcha. Su hermana Mary intenta disuadirle sin éxito. Conoce a su hermano y, si se lo ha propuesto, no parará hasta conseguirlo.

Mary se da cuenta cuáles son las verdaderas razones por las que su hermano quiere doblegar a Fanny: es la primera mujer que se ha cruzado en su vida que no cae rendida a sus pies, que le mira con desprecio y que no siente simpatia por él. Henry no lo puede consentir. Pero se frota las manos con regocijo. Está preparado para el golpe final.

A Fanny le seguía cayendo fatal, pero poco a poco empezó a suavizarse ante sus atenciones. Pero ocurre algoFanny y William con lo que no contaba Henry: aparece en escena el queridísimo hermano de Fanny, William, y sólo tiene ojos para él. Así que Henry tiene que entrarle a Fanny vía su hermano. Además,, ha descubierto en ella a una mujer no solamente guapa, sino llena de chispa, apasionada, capaz de sentir profundamente… El lobo saliva…. Henry cambia de planes. Las dos semanas se convertirán en tiempo indefinido: el que haga falta para despacharse a placer con su presa. Fanny ha atrapado a Henry, pero no por las razones que a ojos de todos podrían justificar su cambio de actitud…

William resulta ser un chico encantador, pero también valiente. Si tío Sir Thomas se siente orgulloso de su sobrino. Henry se siente como lo que es: un sin nadie que tan sólo dedica su vida al placer personal, frente a un joven que ya ha recorrido medio mundo, ha batallado frente al mar y frente a los hombres, y tiene en su corta vida muchas historias interesantes que contar. Se le va poniendo chunga la cosa… Tiene que idear algo rápido, tiene que ganarse a William y le propone algo en lo que él destaca: salir a cazar…

Análisis y Reflexiones

Mary Crawford me sigue pareciendo una extraordinaria analista de las intenciones humanas. Sabe conservar la distancia emocional para poder observar y analizar. A todos. Ciertamente, me podría recordar a Eliza de Feuillide, la prima/cuñada de Jane.

Jane Austen sigue analizando la mente humana. Para Henry Crawford el ejercicio comprende la parte física (cazar) y la parte mental (divertirse jugando con las mentes, pensamientos y emociones de otros, a su antojo). Su interés por Fanny se debe a dos razones: una, doblegar a una mujer que no ha sucumbido a susFanny encantos; dos, tiene que neutralizar la opinión de quien ha visto realmente como es. Ante todos, debe seguir siendo encantador, para que nadie sospeche de sus juegos perversos. Y ella no debe de hablar en su contra.

No puedo más que reírme ante la aparición de William y el contrincante tan difícil ante quien tiene que batirse para conseguir cumplir su objetivo de dos semanas. Ver a Henry descolocado por la llegada de William me encanta. Pero Jane Austen resuelve de maravilla. Henry aprovechará los buenos sentimientos despertados en Fanny para que a ésta todo le parezca mucho mejor, incluído él mismo. El viento siempre sopla a favor del narcisista.

La bonita relación entre William y Fanny nos hace pensar en Jane y su hermano Frank a quien, por cierto, le pidió datos sobre los nombres de barcos y destacamentos en Gibraltar, para poder incluirlos en los libros. Como la propia Jane escribe ¿cómo puede el amor de un hombre superar tantos momentos compartidos con alguien tan amado y querido desde la infancia? Sí, el corazón puede nutrirse de tantas formas de amor…

Frases geniales

.- (Henry Crawford) “Cazar… supondría ejercitar tan sólo mi cuerpo, y debo cuidar también de mi mente”

.- (Henry Crawford) “Mi plan es hacer que Fanny Price se enamore de mi”

.- (Henry Crawford) “No puedo estar satisfecho sin Fanny Price, sin hacer un pequeño boquete en su corazón”.

.- (Lo que quiere Henry Crawford de Fanny) Sólo quiero lograr que me mire con simpatía, que me sonría tanto como se ruboriza, que me guarde una silla a su lado dondequiera que nos encontremos y que se llene de alegría cuando yo la ocupe y me ponga a hablar con ella; que piense lo mismo que yo, que se interese por todo lo que yo poseo y por todo lo que me gusta, que trate de retenerme por más tiempo en Mansfield y sienta, cuando me vaya, que ya nunca más volverá a ser feliz. No deseo nada más.

.- (Fanny y su hermano William) «… jamás había sentido Fanny tanta felicidad como en esas charlas libres de cortapisas y temores, de igual a igual con su hermano y amigo que le abría de par en par su corazón, exponiéndole todas sus esperanzas, proyectos y afanes respecto de la bendición de ese ascenso tan soñado, tan costosamente merecido y tan justamente apreciado…. con él, en fin, (y acaso era ésta la satisfacción más grata de todas ellas) todo lo malo y lo bueno de sus primeros tiempos podía desandarse otra vez..»

.- (Fanny y su hermano William) «… hasta los lazos conyugales están por debajo de los fraternales. Los hijos de una misma familia, de la misma sangre, con los mismos primeros hábitos y compañías, tienen en su poder ciertos recursos de disfrute mutuo que ninguna unión ulterior les podrá proporcionar; y habrá de producirse un desvío prolongado y antinatural, un divorcio que ningún ulterior enlace puede justificar, para que estos preciosos residuos de los afectos primeros queden totalmente desterrados. Con demasiada frecuencia, sucede así. El amor fraternal, que lo es casi todo a veces, otras es peor que nada. Pero en William y Fanny Price era todavía un sentimiento en toda su plenitud y frescor, sin que se viera mermado por intereses contrapuestos ni enfriado por otros afectos independientes, y que el tiempo y la ausencia sólo contribuían a aumentar.»

.- (Sir Thomas sobre su sobrino William) «… lo que éste principalmente buscaba al hacerle hablar era entender al narrador, conocer al joven muchacho por sus historias; y escuchaba sus claros, simples y arrebatados conceptos con plena satisfacción, al ver en ellos la prueba de unos buenos principios, conocimiento profesional, energía, valor, jovialidad… todo, en fin, cuanto merecía o prometía unos felices resultados.»