MP Capítulo 17
Sinopsis
Jane Austen le “arrea” ahora a Edmund y en este capítulo pone en evidencia que Edmund actuó movido por los celos que le despertaban el saber que Mary Crawford podría actuar con Maddox, y que su cambio de actitud se debió tan solo a su egoísmo. Algo de lo que Tom y María, con algo más de malicia que su hermano, se habían dado perfecta cuenta. Y, a pesar de ser completamente conscientes de sus motivaciones, le siguieron el juego con su argumento de la falta de propiedad que sería que Maddox entrara a formar parte de la representación. Lo que tu digas, Edmund…
Los hermanos, victoriosos, intentan que Edmund convenza a Fanny para hacer su parte. Edmund les dice que no, pero es ahora Fanny la que, ante la flaqueza de Edmund, siente que ella, también, podría caer en la tentación de aceptar lo que no deseaba en absoluto…. Pero tuvo suerte pues estaban todos tan animados que hasta la tía Norris se encargaría del vestuario, y la Sra. Grant, hermana de Mary Crawford, se prestó para la parte que le correspondería a Fanny. Asunto resuelto.
Pero había algo más que la mortificaba: ver a Edmund sumirse en la más absoluta de las incoherencias. Y, más que nunca desde que llegó, sentía que no era nada. Que podía desaparecer y nadie la echaría en falta.
Pero había otra persona sufriendo con todo esto: Julia. En su momento no le pareció justo que su hermana flirteara con Henry estando comprometida con el Sr. Rushworth y consideró que era su derecho las atenciones de aquel. Otro error. Sus celos la llevaron a aceptar juegos que el único corazón que rompieron, o más bien su vanidad, fue la de Julia. Henry dio pronto la historieta por terminada y su enfado fue más un alivio que una preocupación.
Mary Crawford era consciente de que las dos hermanas estaban enamoradas de él, sin darle mayor importancia. Conocía bien a su hermano.
En este capítulo se deja entrever que el Sr. Rushworth era un buen partido, ya que, en cuanto regresara Sir Thomas, seguramente le recomendaría para ser representante en el Parlamento por el condado. A falta de padre, Sir Thomas bien podría convertirse en su mentor. Pero Mary Crawford está convencida de que María dejaría al Sr. Rushworth si tan sólo Henry se la insinuara… Había que hacer algo.
Por otro lado, las hermanas Bertram se habían distanciado entre sí tras la aparición de Henry…
Tampoco nadie se dio cuenta de la soledad de Julia. Estaban todos demasiado ensimismados en sus ocupaciones mundanas.
Análisis y Reflexiones
Este capítulo me recuerda a aquella película de Julia Roberts, “La boda de mi mejor amigo”, en la que hay un momento en que alguien tiene que chillarle “Pero ¿quién corre detrás de ti?”. Aquí, Mary Crawford va en cabeza, Edmund detrás de ella, Fanny detrás de Edmund y… ¿detrás de Fanny?¿quién hay detrás de Fanny? Edmund celoso de Maddox, y Fanny celosa de Mary…
El mismo esquema se repetía en otro cuarteto: el Sr. Rushford detrás de Maria Bertram, Henry Crawford detrás de María Betram, María Bertram detrás de Henry Crawford, Julia Bertram detrás de Henry Crawford… ¿y detrás de Julia Bertram?
La presencia de Henry Crawford cumple milimétricamente con lo que suele ocurrir cuando gente como él aparece en la vida de alguien: separa, encizaña, enfrenta… es poco lo que suman en comparación de las mermas que supone su presencia.
Genial Jane Austen en su forma de diseccionar y desgranar exactamente dónde estaba cada uno de los personajes, sin justificar errores y llamando a cada emoción y sentimiento por su nombre y apellidos: vanidad, egoísmo, desdén, superficialidad, manipulación, cabezonería,… Ninguno de ellos tenían que ver con el amor.
Frases Geniales
.- (Tom y Maria Bertram sobre el cambio en la postura de Edmund) … se felicitaron mutuamente, en secreto, por la flaqueza de los celos a que atribuyeron el cambio
.- Edmund intervendría en la función, y a ello lo había arrastrado únicamente la fuerza de unas inclinaciones egoístas
.- Edmund había descendido de aquel punto de elevación moral en que se había mantenido hasta entonces, y ellos se sintieron tan mejorados como contentos por el descenso.
.- Fanny se sentía otra vez en peligro, y su indiferencia ante tal peligro empezaba a flaquear
.- (Tras la satisfacción general al conocerse la intervención de Edmund) … Y la mañana transcurrió entre satisfacciones muy gratas, aunque no muy sanas.
.- Fanny estaba a salvo. Pero paz y seguridad no se correspondían en este caso.
.- (Fanny) Lo mismo su corazón que su criterio se rebelaban contra la decisión de Edmund; no podía explicarse su inconsecuencia, y verle feliz dentro de la misma la hacía sufrir.
.- Miss Crawford compareció con un semblante tan alegre que parecía un insulto
.- Sólo ella estaba triste y era insignificante. No tomaba parte en nada. Podía irse o quedarse, podía estar en medio del ruidoso ajetreo de los demás o retirarse en la soledad del cuarto del Este, sin que notaran su presencia o su ausencia.
.- (Fanny) … nunca hubiera podido sumarse con tranquilidad de conciencia a un plan que, teniendo sólo en cuenta la rectitud de su tío, había de condenar en su totalidad
.- (Julia Bertram) … Henry había jugado con su corazón; pero ella había admitido demasiados galanteos, e incluso los había buscado, con unos celos de su hermana tan razonables que hubieran debido bastar para salvaguardar sus propios sentimientos
.- (Henry Crawford sobre Julia Bertram) … cada vez más indiferente el enfado, o más bien lo consideró un feliz suceso, como discreto término de lo que a no tardar hubiera podido hacer concebir esperanzas en alguien más, aparte de la señora Grant.
.- (Julia sobre Henry Crawford) … Ella había amado, amaba todavía, y albergaba dentro de sí todo el sufrimiento que un temperamento apasionado y un espíritu altivo puedan conocer ante el desengaño de una preciada aunque absurda ilusión
.- … las dos hermanas , ante una coyuntura como la que ahora se les presentaba, desconocían la ternura o los principios indispensables para ser generosas o justas, para sentir vergüenza o compasión
si es que el amor es ciego. ¡Pobre Edmund!
Si… desde luego a Jane Austen le gusta hacer que sus chicos hinquen la rodilla en el suelo en algún momento… Meten la pata pero bien, y los pone a prueba con la manera de sacarla….
Para tu solaz, tengo que decirte que estoy descubriendo en esta novela aparentemente gris, una ironía de fondo que me está encantando… ya lo comentaré al final… 😉
Jaja bien bonitas Julia y María pelandose por Henry y a él no le interesa nada serio con ninguna de las dos , me gusta como Jane describe estos enredos amorosos, de una forma honesta y graciosa. La relación de Edmund y Mary Crawford me recuerda un poco a Lady Susan, el pobre Reginald está igual que Edmund segun él es quien tiene el control de la situación y no se desvía de sus principios y a la mera hora cambia de opinión por una mujer atractiva y con carácter, si que son constantes estos chicos.
Bueno, pero fíjate que una de las razones por las que el manipulado entra de lleno en el enredo no es por consciencia, sino por coherencia. Ellos creen que, como bien dices, tienen el control, cuando no están controlando nada, y están siendo absolutamente manipulados al antojo de quien no lo aparenta….
Yo creo que a Edmund le pudo la vanidad. Mary era un buen partido, guapa, talentosa…. se la llevaría él en vez de su hermano Tom… pero se puso demasiadas expectativas para el oficio que había elegido. No se dio cuenta de que su opción no daba lugar para una mujer de mundo… ¿pero eso a quien le importa si consigue poner el trofeo en el salón de su casa? Errores por aquí, errores por allá… L’amour toujours l’amour… como diría Eliza de Feuillide, inspiración de Lady Susan y de Mary Crawford…. Si, es verdad, Edmund va por la misma senda de Reginald… 🙂