Carta de Jane a Cassandra (Jane tenía 20 años)
Jueves 15 – Viernes 16 de Septiembre de 1796
De Rowling a Steventon
Jueves.-
Mi querida Cassandra
Nos lo hemos pasado muy bien desde la última vez que te escribí; hemos cenado en Nackington, y regresamos a la luz de la luna. Fue todo muy estiloso, sin mencionar el Funeral del Sr Claringbould, que falleció el pasado domingo. Creo haberte comentado en alguna carta anterior que Edward albergaba alguna idea sobre tomar el apellido Claringbould; pero ese plan ha quedado zanjado, aunque era bastante conveniente y agradable si alguien le hubiese adelantado el dinero suficiente para haber iniciado los trámites. Esperábamos que el Sr. Miller lo hubiese hecho el martes, pero para nuestra gran sorpresa, no se hizo mención alguna al asunto y, a menos que puedas ayudar a tu hermano con quinientas o seiscientas libras, tenemos que olvidarnos completamente de esta idea.
En Nackington, nos topamos con el retrato de Lady Sondes(1) encima del mantel en el comedor, y en la otra habitación con los de

sus tres hijos, aparte de los del Sr. Scott, la Srta. Flectcher, el Sr. Toke, el Sr. J. Toke y el Archidiácono Lynch. La Srta. Fletcher y yo estábamos muy gruesas, aunque yo soy la más delgada de las dos. Ella llevaba su muselina violeta, que es bastante bonita, aunque no le sienta bien al tono de su piel. Hay dos rasgos de su carácter que me resultan muy agradables; el primero, que es admiradora de Camilla y, el segundo, que no pone leche en el té. Si tuvieras la ocasión de ver a Lucy, puedes decirle que le eché una regañina a la Srta. Fletcher por su negligencia al escribir, tal y como quería que hiciera, pero no fui capaz de provocar en ella ningún sentido apropiado de vergüenza. Lo que la Srta. Fletcher dijo en propia defensa fue que como todo el mundo a quien conoció Lucy cuando estuvo en Canterbury se había marchado, no tiene absolutamente nada sobre lo que escribirle. Por “todo el mundo” supongo que la Srta. Fletcher quiere decir que ha llegado un nuevo grupo de militares. Pero esto es algo de mi presunción.
La Sra. Milles, el Sr. John Toke y, en resumen, toda la gente con algo de sensatez me preguntó por ti en términos muy cariñosos. Y yo aproveché la oportunidad para asegurarle al Sr. J.T. que ni él ni su padre tenían ya que seguir solteros por ti.
Fuimos a Nackington en nuestros dos carruajes. Sobre cómo nos repartimos, te dejaré que hagas tus conjeturas, y que tengas meramente en cuenta que tanto Elizabeth como yo no llevábamos sombrero, por lo que no habría sido conveniente que fuéramos en la silla.

Pasamos por Bifrons (2) y contemplé con cierto placer melancólico la residencia de Él, que tanto me llegó a gustar en alguna ocasión.
Hoy cenamos en Goodnestone, y me encontraré con mi tía Fielding de Margate, y con el Sr. Clayton, su admirador declarado, o al menos eso es lo que me parece. Lady Bridges ha recibido muy buenas referencias de Marianne, quien ya es con seguridad su mejor opción para Bath. Y su Alteza Real Sir Thomas Williams ya se ha embarcado finalmente; los periódicos dicen que “de crucero”. Pero espero que se hayan ido a Cork, o habré escrito en vano.
Dale mi amor a Jane (Cooper), pues me atrevo a adivinar que llegó ayer a Steventon. Le envié un mensaje al Sr. Digweed de parte de Edward, en una carta a Mary Lloyd, que debería de recibir hoy. Pero como también sé que los Hartwood no son muy exactos con sus cartas, prefiero hacértelo saber a ti. El Sr. Digweed ha de ser informado de que una enfermedad ha impedido que Seward vaya a echar un

vistazo a las reparaciones previstas en la granja, pero que irá tan pronto como pueda. El Sr. Digweed también puede ser informado, si te parece oportuno, de que el Sr. y la Sra. Milles cenarán aquí mañana, y que le pedirán a la Sra. Joan Knatchbull que se una a ellos. El arreglo del Sr. Richard Harvey ha sido pospuesto hasta que encuentre un nombre cristiano mejor, y tiene grandes esperanzas de conseguirlo. Los dos hijos del Sr. Children, John y George, se van a casar. Y van a tener una esposa entre ellos; una tal Srta. Holwell, que pertenece al Agujero Negro de Calcutta.
Estoy pendiente de tener noticias de James muy pronto. Me prometió que me daría buena cuenta del Baile, y ya debe de haber puesto en orden sus ideas, tras la fatiga del baile, como para poder hacerlo. Edward y Fly (Francis) salieron ayer muy temprano con sus chaquetas de tiro, y volvieron a casa con cara de tiro por la culata, pues no cazaron absolutamente nada. Hoy han vuelto a salir y todavía no han regresado. ¡Qué deporte tan delicioso! Acaban de volver a casa. Edward con sus dos abrazaderas, y Frank con dos y media. ¡Qué jóvenes tan agradables!
Viernes-
Acaban de llegar tu carta y la de Henry, y los contenidos de ambas se ajustan a mis planes mucho más de lo que me habría atrevido a esperar. En un aspecto, podría desear que fuese de otra manera, puesto que a Henry le resulta realmente indiferente. No debes de esperarnos antes del miércoles 28, y esa noche según nuestros planes actuales podríamos estar contigo. Frank no ha tenido en ningún momento la intención de marcharse antes del lunes 26. Escribiré a la Srta. Pearson inmediatamente y le pediré que se vuelva con nosotros, pues a Henry le parece bastante probable y particularmente conveniente.
Hasta que sepamos si nos acompaña o no, no podemos decir nada en contestación a la amable oferta de mi padre. Respecto a la manera en la que viajaremos a la ciudad, yo quiero ir en la diligencia, pero Frank no me lo permitirá. Como es probable que la semana que viene recibas a los William y a los Lloyd, apenas tendrás espacio para nosotros.
Si alguien quiere algo de la ciudad, deben de enviar sus encargos a Frank, pues yo estaré simplemente de paso. Las velas de sebo se adquieren en Penlington, que está en Charles Street, Covent Garden.
Compra como sea el vestido de Mary Harrison. Tendrás el mío por el mismo dinero aunque si soy lo suficientemente rica cuando llegue a casa, seguro que me gustará lo suficiente como para quedármelo.
(1) Lady Sondes era la hija de los Sres. Milles. Él era un político, miembro del parlamento y persona influyente. Enviudó y en 1802 volvió a casarse. Jane decía que su nueva boda no podía ofenderla, puesto que era consciente que el primer matrimonio no fue por amor, y pensaba que ahora tenía la oportunidad de poder hacerlo.
(2) ¿Bifrons, os preguntaréis? Yo, al menos, sí. Parece ser que un par de años antes, Jane y su hermana Cassandra, en una de sus estancias en Rowling, conocieron a Edward Taylor, que también tenía una casa de campo en Rowling. Jane en ese momento se

enamoró de él, y por eso ahora pasaba por delante de su casa con esa melancolía, que al menos a mi me ha recordado a Elizabeth Bennett cuando ve por primera vez Pemberley y piensa, también melancólicamente, “de todo esto, yo podría haber sido dueña y señora”. Edward más adelante se dedicó a la política y fue miembro del parlamento… y se casó en 1802 con la hija de otro reverendo.