Carta de Jane a Cassandra  (Jane tenía 22 años)

Domingo 25 de Noviembre de 1798

De Steventon a Godmersham

Mi querida hermana:

Esperaba tener noticias tuyas esta mañana, pero no ha llegado ninguna carta. No me tomaré la molestia de anunciarte el nacimiento de ninguno más de los hijos de Mary si, en lugar de agradecerme a mi por las noticias, siempre te sientas y escribes a James. Estoy segura de que nadie puede desear tus cartas más que yo, y no creo que nadie las merezca tanto. Ahora que ya he liberado a mi corazón de gran parte de su enfado, procederé a decirte que Mary sigue bien, y mi madre más o menos tolerable. Vi a la primera el viernes, y aunque la había visto comparativamente animada el martes anterior, realmente me sorprendió la mejoría que tres días le habían producido. Tenía buen aspecto, su estado de ánimo era perfectamente bueno, y hablaba de manera mucho más vigorosa que Elizabeth cuando nos fuimos de Godmersham. Sólo pude echarle un vistazo al bebé, que estaba dormido. Pero la Srta. Debary me dijo que tenía los ojos muy grandes y oscuros, y que era muy guapo. Ella tiene el mismo aspecto que de costumbre: se está tejiendo un vestido en estambre, y lleva lo que la Sra. Birch llamaría un sobrero de cazo. ¡Una historia breve y resumida de la Srta. Debary!

Supongo que habrás oido del propio Henry que sus asuntos ya se han arreglado felizmente. No sabemos quién le facilitará la cualificación (una cantidad de dinero necesaria para el grado militar). El Sr. Mowell estaba dispuesto a hacerlo, si su propiedad de Oxfordshire no estuviera comprometida con el mismo propósito para el Coronel. ¡Bastante curioso!

Nuestros asuntos familiares están bastante desarreglados por el momento, pues Nanny ha estado en cama estos últimos tres o cuatro días, con dolores en el costado y fiebre, y nos hemos visto obligados a tener dos mujeres de la limpieza, lo cual no resulta demasiado cómodo. Ahora se encuentra bastante mejor, pero aún tiene que pasar algo de tiempo, supongo, antes de que sea capaz de hacer nada.Creo que a ti y a Edward os divertirá saber que Nanny Littlewart se encarga de mi peinado.

El baile del jueves fue bastante reducido, casi tan grande como un palmetazo de Oxford. Tan sólo había siete parejas, y veintisiete

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personas en la sala. El vendedor ambulante de tejidos de Overton ha sido lo suficientemente amable como para liberarme de algo de mi dinero, a cambio de seis enaguas y cuatro pares de medias. El tejido irlandés no es tan bonito como yo quisiera, pero como di la cantidad de dinero que tenía pensado, ahora no tengo motivos para quejarme. Me costó 3,6 chelines la yarda. Sin embargo, es mejor que el último que adquirimos, y no tan áspero. Tenemos un “Fitz Albini” (novela de Samuel Egerton Brydges). Mi padre la ha comprado en contra de mis deseos personales, ya que no satisface a mis sentimientos que compremos el único de los trabajos de Egerton del que su familia está avergonzada. Sin embargo, me creerás fácilmente capaz de que mis escrúpulos no interfieran con su lectura. Ninguno de nosotros se ha terminado todavía el primer volumen. Mi padre está decepcionado. Yo no, ya que no esperaba nada mejor. Y nunca ningún libro ha tenido más pruebas internas sobre su autor. Cada sentimiento es completamente de Egerton. Hay muy poca trama, y lo que hay se relata de una forma muy extraña e inconexa. Se presentan muchos personajes, aparentemente con el único motivo de ser bosquejados. No hemos sido capaces de reconocer hasta ahora a ninguno de ellos, excepto el Dr. y la Sra. Hey, y al Sr. Oxenden, a quien no trata muy bien.

Debes decirle a Edward que mi padre le da 25 chelines por pieza a Seward por su último lote de ovejas y, a cambio de estas noticias, mi padre desea recibir algunos de los cerdos de Edward. Tenemos el “Viaje a las Hébridas” de Boswell, y pronto llegará su “Vida de Johnson”. Y, como parte del dinero permanecerá en las manos de Burdon, se destinará a la compra de alguno de los trabajos de Cowper. Esto agradaría al Sr. Clarke si lo supiese.

A propósito, he escrito a la Sra. Birch entre mis otras cartas, así que espero tener sin tardanza algunas noticias de todas las personas en aquella parte del mundo. También he escrito a la Sra. E. Leigh, y la Sra. Heathcote ha sido lo suficientemente malintencionada como para enviarme una carta preguntándome por todos; con todo esto, estoy tolerablemente cansada de escribir cartas y, a menos que tenga algo nuevo que contarte de mi madre o de Mary, no volveré a escribirte de nuevo en muchos días.  Quizás algo de descanso restaurará mi consideración por una pluma. Pregúntale al pequeño Edward si Bob Brown lleva puesto un abrigo grande para estas frías temperaturas.

Fuente:

LeFaye, D. (1995), Jane Austen’s Letters, Oxford University Press